Hoy les quiero compartir el Capítulo III de "Ventanales", la novela de género romántico que publiqué a través de Amazon. Les dejo un nuevo capítulo para que puedan disfrutar este sábado de diciembre.
"Llamaron desde la dirección para
pedirles unos café y gaseosas, debían ir hasta el tercer piso del edificio.
Noe, preparó todo y, cargó el pedido sobre la bandeja y la llevó hasta la
dirección. Cuando entró, la secretaria de presidencia le dio acceso a la sala
de reunión, donde se encontraban Robert Puig, presidente del club, Custodi
Font, el entrenador y Joel Molla, el capitán del equipo. Noe dejó el pedido en
silencio, saludó amablemente y se marchó.
Al abrirse las puertas del ascensor, se
le detuvo el mundo:estaba Borja. Se miraron sin saber qué decir yel instante
pareció una eternidad. Desde el día del episodio con su novia, no se habían
vuelto a ver, porque, Borja, ocupado con sus compromisos deportivos y
comerciales, terminaba el entrenamiento y se iba muy rápido; Noe así lo
prefería, él no pertenecía a su mundo y ella comenzaba a aceptar que era el
único hombre que le despertaba unos deseos íntimos irreprimibles.
Por fin, él reaccionó y le sonrió, Noe
le devolvió el saludo con una tímida sonrisa y bajó la mirada, sabía que se
sonrojaría. No quería que Borja descubriera la pasión que él le despertaba.
Luego de que él pasara a su lado, muy
cerca, rozándole el brazo sutilmente, ella entró en el ascensor. Borja quería
sentir su piel en la suya, que definitivamente, era sedosa, su olfato saboreó
el perfume de Noelia y le despertó su instinto, esa mujer olía deliciosa. Le
intrigaba esa morena sensual. La observaba trabajar, risueña, dulce y amable,
parecía segura de sí misma, aunque al enfrentarlo se volvía vulnerable. La
deseaba. Quería conocerla.
Ese día se cruzaron dos veces, en el
ascensor y al salir del club. Noe estaba apurada, salía casi al trote porque
perdía el tren que la llevaba hasta Centro Cívico de Terrassa, donde practicaba
danza clásica. Borja la vio por primera vez con su cabello oscuro suelto, largo
y levemente ondulado hasta la cintura, llevaba puesto unos jeans ajustados y
una musculosa gris que acentuaban sus curvas latinas. Como cazador al acecho,
apuró el paso para alcanzarla, logró sorprenderla, casi asustarla, porque ella
llevaba conectado su ipod y no se había percatado de sus pasos.
-Parece
que llevas prisa, mujer, le dijo Borja.
-Sí,
porque estoy llegando tarde.
-¿Quieres
que te acerque algún sitio?
Noe,
sorprendida y desconcertada, respondió de inmediato.
-No,
muchas gracias, llegaré de todas formas.
-Como
queráis, respondió él y se alejó. Cierto fastidio lo invadió, no sabía bien si
era porque hacía tiempo que nadie lo rechazaba o porque se apresuró a mostrar
interés en ella. Algo sucedía, esa mujer le gustaba cada vez más, le atraía, la
deseaba, necesitaba descubrirla.
La clase de danza pasó inadvertida para
Noe, su cabeza no coordinaba los movimientos de su cuerpo, la música le era
ajena. Su corazón aun latía acelerado por el diálogo con Borja. Noe, no podía
dejar de pensar en él, deseaba conocer el sabor de su boca, esos labios
carnosos y grandes. Casi siempre lo escuchaba hablar en catalán y su acento le
fascinaba, parecía que cantaba al hablar. La sonoridad de su idioma lo hacía
muy sensual. Físicamente era hermoso, alto, medía más de un metro ochenta, y
tenía un cuerpo bien formado, atlético, musculoso, estaba siempre bronceado
aunque fuera invierno, porque su piel estaba dorada por la intemperie. Sus ojos
resaltaban entre los rulos castaños claro. Era un Dios del Olimpo y ella
pertenecía al mundo de los mortales, una y otra vez se repetía que Borja era
inaccesible e inalcanzable. Debía dejar de vivir de ilusiones, el hombre de los
ojos intrigantes estaba acostumbrado al glamour de las modelos y celebridades.
Ya hacía tiempo que no era un simple chico de pueblo.
Aun sentía su aroma, el roce de su
piel, la sensación de placer y deseo perduraban en Noe, pero se negaba a creer
que ese hombre sintiera lo mismo. No se creía capaz de seducirlo, acostumbrado
a estar con mujeres hermosas, no se sentía a la altura de ninguna de ellas. Su
novia era bellísima y más joven que Noe.
Al salir de la clase de danza, se
encontró con Nico, el amigo argentino, que el destino le acercó en la fila del
edificio de migraciones, donde se tramitaba el NIE, el Número de Identificación
de Extranjeros, aunque ella era ciudadana europea y tenía la doble nacionalidad
española por su abuelo paterno, un andaluz con una chispa que nunca se agotaba.
Nico, era todo lo contrario a Borja,
morocho, apenas más alto que Noe, flaco, sin músculos, pero con una sonrisa y
un carisma típico de argentino, seductor, caballero, amable y muy gracioso. No
había reunión de la que se marchara solo, las españolas morían ante sus
encantos, en cambio las argentinas, acostumbradas al chamullo criollo,
preferían probar nuevas experiencias con los españoles.
Una noche de reunión latina, donde se
juntaban todos los extranjeros a compartir sus comidas típicas, intentó
desplegar sus artimañas seductoras con Noe, pero ella, que lo conocía demasiado,
no permitió que la borrachera arruinase la amistad y por eso, esa noche terminaron
de construir un vínculo sincero. Ambos se protegían en una ciudad ajena, que
los había adoptado pero a la que no pertenecían.
Ni bien Noe salió de danza, Nico la
notó distinta, no llevaba la misma sonrisa de siempre, estaba algo apagada,
quizá distraída y no dudó en preguntarle:
-¿Te
sentís bien, Noe?
-Sí,
estoy cansada, tuve mucho trabajo hoy.
-¿Segura?
Creo que me mentís.
-Bueno
estoy algo confundida y desorientada.
Noe le contó lo que le pasaba con Borja
y todo lo ocurrido hasta el momento, el episodio con la novia, el del azúcar y
hasta el de esa misma mañana, en el ascensor primero, y a la salida, después.
Nico intentó entender qué quería Noelia, y la animó, pero Noelia decía que era
imposible que él se fijase en ella.
-¿Estás
tonta mujer?A ver si te mirás un poco al espejo y reconocés lo buena que estás.
Ella no entendía cómo Nico no se daba
cuenta de lo que Borja significaba. Ser futbolista era la profesión de moda, por
lo que ganaban, por la fama y por los físicos monumentales que desarrollaban,
que hacían que las mujeres se rindieran a sus pies. Ella le contaba lo que veía
todos los días en la ciudad deportiva, y también, lo que escuchaba hablar a los
representantes cuando decían quese les acercaban chicas divinas, entregándoles
su número de teléfono para que se lo den a tal o cual jugador.
-¿Y
a vos por qué te gusta tanto este tío?, preguntó Nico en argento-español.
-La
verdad no lo sé, primero me quedé colgada con sus ojos, luego su físico,su
sonrisa, esos surcos que se le hacen al costado de la nariz…Su cara varonil, no
sé parece un gladiador.
-¡Ah
un gladiador! Se me hace agua la boca.
-Envidioso.
-Dejate
de joder…”gladiador”, son todas iguales, estás hasta las manos, amiga.
Ella opinaba que el fútbol era como la
vida: lucha, fuerza, unión, precisión. El objetivo final era el gol, pero para
llegar a esa meta, había que empezar desde abajo, igual que en la vida,
construyendo el camino poco a poco, haciendo rodar la pelota, como quien hace
rodar sus ilusiones, ir avanzando para conseguir ese objetivo, con trabajo, con
sacrificio, con entrega y, cuando se pierde la pelota, igual que cuando algo
sale mal, volver a empezar.
Noelia no quería seguir hablando del
tema, opinaba que estaban perdiendo el tiempo y desaprovechando la noche con
temas sin importancia.
-A
mí no me molesta que sigamos hablando, porque no se trata de él, Noe, se trata
de vos.
Nico intentaba explicarle que, a veces,uno
seauto limita,“somos nuestra propia barrera, incluso llegamos a ser nuestro
peor enemigo”, dijo.
-¿Sabés
lo que dijo Henry Thoreau?
-¿Qué
dijo Henry Thoreau?, Noe preguntó sonriente.
-“Lo
que una persona piensa de sí misma determina su destino”.Noe le agarró la mano
y se la apretó agradeciendo su esfuerzo por animarla, él le decía que tenía una
belleza exótica, distinta a la de las mujeres, que parecían pertenecer a un catálogo
de belleza y, que en su afán de combatir el inevitable paso del tiempo,
sometían el cuerpo a un reciclaje constante y peligroso que las hacía verse a
todas iguales.
-Nos
seducen que sean únicas, no nos fijamos si tienen un rollito acá o celulitis
por allá, nos gusta tocar un cuerpo mullido.
-Andá,
que no se van a fijar, protestaba Noe.
-No,
de verdad. Estoy seguro de que la novia de tu figurita es una histérica, todo
el tiempo preocupada por ella misma, sabés las ganas que el chabón tendrá de
comer una paella y la mina le dirá: ¡Ay, no cariño que engorda! Yo te la
aguanto una noche para darle masa y después le pago un taxi y me mudo.
-¡Qué
bestia que sos!
-Es
verdad, estas minas serían perfectas si fuesen mudas.
Noe reía sin parar, su amigo le había
devuelto la alegría y las ganas de volver a ver a Borja, pero era cautelosa, no
podía permitirse otra desilusión, no quería ser lastimada nuevamente. Aunque no
quería vivir aferrada al pasado porque una vez escuchó decir que aferrarse a
él, era tener mil pasados pero ningún futuro."
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