sábado, 3 de diciembre de 2016

Ventanales - Capítulo III

   Hoy les quiero compartir el Capítulo III de "Ventanales", la novela de género romántico que publiqué a través de Amazon. Les dejo un nuevo capítulo para que puedan disfrutar este sábado de diciembre.

         "Llamaron desde la dirección para pedirles unos café y gaseosas, debían ir hasta el tercer piso del edificio. Noe, preparó todo y, cargó el pedido sobre la bandeja y la llevó hasta la dirección. Cuando entró, la secretaria de presidencia le dio acceso a la sala de reunión, donde se encontraban Robert Puig, presidente del club, Custodi Font, el entrenador y Joel Molla, el capitán del equipo. Noe dejó el pedido en silencio, saludó amablemente y se marchó.
         Al abrirse las puertas del ascensor, se le detuvo el mundo:estaba Borja. Se miraron sin saber qué decir yel instante pareció una eternidad. Desde el día del episodio con su novia, no se habían vuelto a ver, porque, Borja, ocupado con sus compromisos deportivos y comerciales, terminaba el entrenamiento y se iba muy rápido; Noe así lo prefería, él no pertenecía a su mundo y ella comenzaba a aceptar que era el único hombre que le despertaba unos deseos íntimos irreprimibles.
         Por fin, él reaccionó y le sonrió, Noe le devolvió el saludo con una tímida sonrisa y bajó la mirada, sabía que se sonrojaría. No quería que Borja descubriera la pasión que él le despertaba.
         Luego de que él pasara a su lado, muy cerca, rozándole el brazo sutilmente, ella entró en el ascensor. Borja quería sentir su piel en la suya, que definitivamente, era sedosa, su olfato saboreó el perfume de Noelia y le despertó su instinto, esa mujer olía deliciosa. Le intrigaba esa morena sensual. La observaba trabajar, risueña, dulce y amable, parecía segura de sí misma, aunque al enfrentarlo se volvía vulnerable. La deseaba. Quería conocerla.
         Ese día se cruzaron dos veces, en el ascensor y al salir del club. Noe estaba apurada, salía casi al trote porque perdía el tren que la llevaba hasta Centro Cívico de Terrassa, donde practicaba danza clásica. Borja la vio por primera vez con su cabello oscuro suelto, largo y levemente ondulado hasta la cintura, llevaba puesto unos jeans ajustados y una musculosa gris que acentuaban sus curvas latinas. Como cazador al acecho, apuró el paso para alcanzarla, logró sorprenderla, casi asustarla, porque ella llevaba conectado su ipod y no se había percatado de sus pasos.
-Parece que llevas prisa, mujer, le dijo Borja.
-Sí, porque estoy llegando tarde.
-¿Quieres que te acerque algún sitio?
Noe, sorprendida y desconcertada, respondió de inmediato.
-No, muchas gracias, llegaré de todas formas.
-Como queráis, respondió él y se alejó. Cierto fastidio lo invadió, no sabía bien si era porque hacía tiempo que nadie lo rechazaba o porque se apresuró a mostrar interés en ella. Algo sucedía, esa mujer le gustaba cada vez más, le atraía, la deseaba, necesitaba descubrirla.
         La clase de danza pasó inadvertida para Noe, su cabeza no coordinaba los movimientos de su cuerpo, la música le era ajena. Su corazón aun latía acelerado por el diálogo con Borja. Noe, no podía dejar de pensar en él, deseaba conocer el sabor de su boca, esos labios carnosos y grandes. Casi siempre lo escuchaba hablar en catalán y su acento le fascinaba, parecía que cantaba al hablar. La sonoridad de su idioma lo hacía muy sensual. Físicamente era hermoso, alto, medía más de un metro ochenta, y tenía un cuerpo bien formado, atlético, musculoso, estaba siempre bronceado aunque fuera invierno, porque su piel estaba dorada por la intemperie. Sus ojos resaltaban entre los rulos castaños claro. Era un Dios del Olimpo y ella pertenecía al mundo de los mortales, una y otra vez se repetía que Borja era inaccesible e inalcanzable. Debía dejar de vivir de ilusiones, el hombre de los ojos intrigantes estaba acostumbrado al glamour de las modelos y celebridades. Ya hacía tiempo que no era un simple chico de pueblo.
         Aun sentía su aroma, el roce de su piel, la sensación de placer y deseo perduraban en Noe, pero se negaba a creer que ese hombre sintiera lo mismo. No se creía capaz de seducirlo, acostumbrado a estar con mujeres hermosas, no se sentía a la altura de ninguna de ellas. Su novia era bellísima y más joven que Noe.
         Al salir de la clase de danza, se encontró con Nico, el amigo argentino, que el destino le acercó en la fila del edificio de migraciones, donde se tramitaba el NIE, el Número de Identificación de Extranjeros, aunque ella era ciudadana europea y tenía la doble nacionalidad española por su abuelo paterno, un andaluz con una chispa que nunca se agotaba.
         Nico, era todo lo contrario a Borja, morocho, apenas más alto que Noe, flaco, sin músculos, pero con una sonrisa y un carisma típico de argentino, seductor, caballero, amable y muy gracioso. No había reunión de la que se marchara solo, las españolas morían ante sus encantos, en cambio las argentinas, acostumbradas al chamullo criollo, preferían probar nuevas experiencias con los españoles.
         Una noche de reunión latina, donde se juntaban todos los extranjeros a compartir sus comidas típicas, intentó desplegar sus artimañas seductoras con Noe, pero ella, que lo conocía demasiado, no permitió que la borrachera arruinase la amistad y por eso, esa noche terminaron de construir un vínculo sincero. Ambos se protegían en una ciudad ajena, que los había adoptado pero a la que no pertenecían.
            Ni bien Noe salió de danza, Nico la notó distinta, no llevaba la misma sonrisa de siempre, estaba algo apagada, quizá distraída y no dudó en preguntarle:
-¿Te sentís bien, Noe?
-Sí, estoy cansada, tuve mucho trabajo hoy.
-¿Segura? Creo que me mentís.
-Bueno estoy algo confundida y desorientada.
         Noe le contó lo que le pasaba con Borja y todo lo ocurrido hasta el momento, el episodio con la novia, el del azúcar y hasta el de esa misma mañana, en el ascensor primero, y a la salida, después. Nico intentó entender qué quería Noelia, y la animó, pero Noelia decía que era imposible que él se fijase en ella.
-¿Estás tonta mujer?A ver si te mirás un poco al espejo y reconocés lo buena que estás.
         Ella no entendía cómo Nico no se daba cuenta de lo que Borja significaba. Ser futbolista era la profesión de moda, por lo que ganaban, por la fama y por los físicos monumentales que desarrollaban, que hacían que las mujeres se rindieran a sus pies. Ella le contaba lo que veía todos los días en la ciudad deportiva, y también, lo que escuchaba hablar a los representantes cuando decían quese les acercaban chicas divinas, entregándoles su número de teléfono para que se lo den a tal o cual jugador.
-¿Y a vos por qué te gusta tanto este tío?, preguntó Nico en argento-español.
-La verdad no lo sé, primero me quedé colgada con sus ojos, luego su físico,su sonrisa, esos surcos que se le hacen al costado de la nariz…Su cara varonil, no sé parece un gladiador.
-¡Ah un gladiador! Se me hace agua la boca.
-Envidioso.
-Dejate de joder…”gladiador”, son todas iguales, estás hasta las manos, amiga.
         Ella opinaba que el fútbol era como la vida: lucha, fuerza, unión, precisión. El objetivo final era el gol, pero para llegar a esa meta, había que empezar desde abajo, igual que en la vida, construyendo el camino poco a poco, haciendo rodar la pelota, como quien hace rodar sus ilusiones, ir avanzando para conseguir ese objetivo, con trabajo, con sacrificio, con entrega y, cuando se pierde la pelota, igual que cuando algo sale mal, volver a empezar.
         Noelia no quería seguir hablando del tema, opinaba que estaban perdiendo el tiempo y desaprovechando la noche con temas sin importancia.
-A mí no me molesta que sigamos hablando, porque no se trata de él, Noe, se trata de vos.
         Nico intentaba explicarle que, a veces,uno seauto limita,“somos nuestra propia barrera, incluso llegamos a ser nuestro peor enemigo”, dijo.
-¿Sabés lo que dijo Henry Thoreau?
-¿Qué dijo Henry Thoreau?, Noe preguntó sonriente.
-“Lo que una persona piensa de sí misma determina su destino”.Noe le agarró la mano y se la apretó agradeciendo su esfuerzo por animarla, él le decía que tenía una belleza exótica, distinta a la de las mujeres, que parecían pertenecer a un catálogo de belleza y, que en su afán de combatir el inevitable paso del tiempo, sometían el cuerpo a un reciclaje constante y peligroso que las hacía verse a todas iguales.
-Nos seducen que sean únicas, no nos fijamos si tienen un rollito acá o celulitis por allá, nos gusta tocar un cuerpo mullido.
-Andá, que no se van a fijar, protestaba Noe.
-No, de verdad. Estoy seguro de que la novia de tu figurita es una histérica, todo el tiempo preocupada por ella misma, sabés las ganas que el chabón tendrá de comer una paella y la mina le dirá: ¡Ay, no cariño que engorda! Yo te la aguanto una noche para darle masa y después le pago un taxi y me mudo.
-¡Qué bestia que sos!
-Es verdad, estas minas serían perfectas si fuesen mudas.
         Noe reía sin parar, su amigo le había devuelto la alegría y las ganas de volver a ver a Borja, pero era cautelosa, no podía permitirse otra desilusión, no quería ser lastimada nuevamente. Aunque no quería vivir aferrada al pasado porque una vez escuchó decir que aferrarse a él, era tener mil pasados pero ningún futuro."
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