Hola, y por fin llegó el
último mes del año. En esta parte del mes nos encontramos a punto de organizar las cenas de
trabajo, de amigos, de familiares. También estamos pensando en las merecidas
vacaciones y nos proyectamos hacia el 2019.
Me pongo a pensar en todo lo que hemos vivido, tanto personal como a
nivel colectivo y, no puedo evitar preguntarme por qué teniendo un país tan
hermoso y potencialmente lleno de riquezas vivimos sumidos en crisis,
corrupción y odios.
No me representa ninguna ideología
política, ni actual ni pasada. Solo me pregunto qué nos pasó como sociedad que
llegamos al punto límite de no poder disfrutar una final de fútbol. Les cuento
que en casa la pasión futbolera la compartimos entre ambos finalistas y tengo
sobrinos, de siete y once años, tanto de Boca como de River. Nos hemos juntado
para compartir y enseñarles a estos pequeños gigantes que podemos ser rivales
pero jamás seremos enemigos. Nos hemos sacado fotos abrazándonos, cada uno
luciendo orgullosos su camiseta. Y, al final vimos en la mirada de estos
pequeños saltamontes que nos interpelaban esperando una explicación a tanta
violencia.
Cuándo fue que perdimos el respeto
hacia otra persona. Yo me acuerdo que éramos una sociedad cordial, amigable, culta,
graciosa, elegante. Tenemos el privilegio de poseer lugares únicos e
irrepetibles. Sin embargo, Argentina no está dentro de los treinta países más visitados del mundo. Nuestras ciudades deberían estar llenas de turistas dejando sus dineros en nuestra economía.
Hemos sido reconocidos en el mundo
por nuestras carnes, vinos, cueros, calzados, granos y lácteos. Recuerdo la época de gloria de los
deportistas, cuna de jugadores de fútbol, básquet, polo, tenis, hockey, rugby,
pilotos de coches y de moto, ciclistas, nadadores, jugadores de vóley, de
hockey sobre patines.
Artistas de gran prestigio
reconocidos en el mundo: bailarines, cineastas, escritores, cantantes, músicos.
Dónde están esos científicos que deslumbraron al mundo, físicos,
investigadores, ingenieros, publicistas, médicos. ¿Qué le pasó a los médicos?
Perdieron su condición humana, dónde quedó el juramento hipocrático, la ética.
Nuestras hermosas calles, coloridas, empedradas, de floridos y perfumados balcones. Dónde están los
gorriones que cantaban en cada casa de mi barrio. No puedo dejar de pensar en
una canción que me hace emocionar cada vez que la escucho, se llama Septiembre del 88, es del cantante Cacho
Castaña y su prosa se mantiene vigente:
Si vieras que triste que está la Argentina, tiene la mirada de los caminantes que ya no caminan, se muere de pena por tanta mentira, de tanta promesa por nadie cumplida, si vieras sus calles que tanto reían, ya no son las mismas. Si vieras que triste que está la Argentina, tiene la nostalgia de aquellos amantes que nunca se olvidan.
¿Dónde está la confianza en nosotros mismos para recuperar una gloria que se esfumó hace años? ¿Por qué cambiamos pedantería por confianza? ¿A dónde se fue nuestra cultura por el trabajo y la perseverancia? ¿Cuándo perdimos el gusto por la excelencia y la calidad de nuestros productos?
Los funcionarios corruptos que nos vienen robando década tras década deben ir presos, como presos comunes y despojados de los bienes que nos quitaron con tanta impunidad. Cualquiera sea su partido político.
Volvamos a ponernos de pié, con orgullo y decisión. Construyamos desde abajo hacia arriba y demostremos al mundo que somos mejores que un puñado de corruptos que envenenaron nuestras calles.
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