sábado, 18 de junio de 2016

Ventanales - Capítulo I Completo



   Hoy les dejo el capítulo I completo de mi novela Ventanales.



CAPÍTULO I
         El aroma que desprendía la máquina de café despertaba los sentidos: la pastelería recién horneada, los panes humeantes y el tomate rallado con aceite de oliva perfumaban el lugar. Era el comienzo de la jornada y, poco a poco, iba organizándose la cafetería.
         Noelia, la morena argentina de facciones gitanas, así la describían algunos españoles, llegó a la cafetería de la Ciudad Deportiva Joan Gamper desde Terrassa, donde vivía. Debía tomar el tren de Renfe hasta la estación de Barcelona, luego el subte de la línea cinco hasta Cornellá y, por último, el colectivo cuatro. Una hora le llevaba el trayecto, pero a ella no le resultaba pesado porque estaba acostumbrada a las distancias en su Buenos Aires natal y, además, usaba ese tiempo para maquillarse y estudiar catalán.
         El verano fue insoportable, con temperaturas que alcanzaban los 40º C y habían pasado los meses de vacaciones casi sin movimiento en el club porque los deportistas se encontraban disfrutando del receso. Julio llegaba a su fin y la actividad deportiva principal del club comenzaba a ponerse en marcha.
         Alí y Noelia estaban a cargo del bar del club en la ciudad deportiva del Fútbol Club Barcelona donde alternaban el entrenamiento los jugadores de primera división de fútbol y las categorías inferiores, como así también otros deportes. Los grandes ventanales que daban hacia el campo de entrenamiento permitían el ingreso de luz natural durante todo el día; la cafetería se encontraba en el primer piso, justo encima de los vestuarios. El predio tenía casi ciento cuarenta mil metros cuadrados repartidos en campos de entrenamiento, gradas, vestuarios, prensa, gimnasio, departamento médico, estacionamiento, salas de reunión y el bar.
         Ese lunes, no sería un día cualquiera, volvería a reunirse toda la junta directiva del club con el cuerpo técnico y la plantilla profesional, era la presentación de las camisetas, habría fotos oficiales y se realizaría la inauguración de la temporada 2011-2012.
         Noelia llegó más temprano que nunca y, casi inmediatamente, lo hizo Alí, ambos sabían que el día sería complicado. El jefe, Albert Pla, les había recomendado estar listos para atender a todos los visitantes, él pasaría para ayudarles pero, claro, lo haría más tarde, cuando llegasen las cámaras, los directivos y los jugadores.
         Mientras ella acomodaba cada taza encima de la cafetera, para que comenzaran a templarse, vio pasar un grupo de periodistas con cámaras de televisión.
-¡Madre mía! Qué jornada tendremos hoy, ¿será así todo el año?,  dijo Noelia en voz alta.
         Llevaba un mes trabajando en el bar del club, desde que la trasladaron del departamento de prensa de handball, porque, según ellos, sería útil tener en el bar a una persona como Noelia que dominaba varios idiomas. Sin embargo, Noe estaba casi segura de que la habían sacado del lugar porque no hablaba de manera fluido catalán. De todos modos, estaba contenta con el traslado porque el trabajo le gustaba, tenía trato con el público que venía a ver los entrenamientos y los partidos de categorías inferiores y podía ver el brillo del sol o la lluvia cayendo sobre los cristales de la cafetería. Venían muchos extranjeros, sobre todo para competencias internacionales y ella aprovechaba su conocimiento de idiomas. En pocos meses cumpliría treinta años. Noelia le dijo a Alí:
-Entra mucha gente  hoy en el miniestadio, será una jornada larga.
         Estaba viviendo en la magnífica Barcelona desde hacía un año, aunque siempre extrañaba a los suyos. En Barcelona había encontrado su lugar, un lugar negado en Buenos Aires, por distintos motivos. En Argentina vivía pensando en el extranjero, para ella el mundo se desarrollaba en otro parte. En Buenos Aires no había encontrado la posibilidad ansiada de crecimiento. Noe decía que los argentinos eran un conjunto mezclado sin identidad propia, definida, eran una mezcla de culturas, siempre a punto de estallar; seres individualista por los abismos que tuvieron que atravesar. En Buenos Aires se vivía aceleradamente, se corría, aunque no se sabía bien a donde, pero se corría. Se creía que a los veinticinco años había que tener el futuro asegurado; la obsesión por una carrera universitaria, por destacarse profesionalmente, formar una familia y tener hijos, generaba ansiedad. En los ochenta, la regla era permanecer en una empresa hasta la jubilación, en los noventa, en cambio, esa meta fue desapareciendo y se pusieron de moda profesiones como el marketing o la informática que aplastaron a los oficios artesanales; luego, con la llegada del nuevo milenio, el ciclo cambió y la crisis que se desató en la Argentinaobligó a las personas a practicarinclusoel trueque.
         Qué difícil se había puesto vivir así, sobretodo para alguien como Noelia, que había terminado su Licenciatura en Ciencias de la Comunicación en largas cuotas, y que nunca sintió que se dedicaría a eso. En realidad, su amor por el arte iba más allá de cualquier título; había cursado la carrera solo para darle el gusto a sus padresque tanto habían insistido en que terminase; ellos pensaban, como todos los de su generación, que con un título universitario podría enfrentar cualquier situación. Noelia les había dado el gusto pero, a cambio, había realizado todo tipo de talleres de expresión artística. Estudió danza clásica y española, también aprendió bailes de salón, podía bailar cualquier ritmo que se le presentara, pero su preferido era el baile clásico. Era una excelente dibujante. Aprendió de su abuela a tejer y de su madre a coser. Cantaba bastante bien, y era una buena fotógrafa. Sí, en realidad ella era un montón de nada, así lo decía una canción que Noelia entonaba para describirse. Raramente decía que era Licenciada en Ciencias de la Comunicación y se definía como una “polirrubro”: de cada cosa sabía un poco. Seguramente hubiera sido bailarina o artista plástica, si no hubiese tenido que estudiar algo que no le interesaba, aunque descubrió su pasión por la escritura. Sus monografías, presentadas en la universidad, eran muy apreciadas y obtenía excelentes calificaciones.
         Mientras Noelia pensaba en ello, sonreía y, de repente, se encontró repasando su vida con casi treinta años, que cumpliría en pocos meses. Cuando estudió italiano tenía un compañero de setenta y dos años, jubilado, que siempre decía: “Esperé a jubilarme para estudiar este idioma,  porque ahora comienzo a vivir nuevamente.” Y ella, en cambio, sentía que ya era tarde para comenzar algo nuevo, ese hombre la doblaba en edad y estaba lleno de proyectos.
         De pronto, un griterío la sacó de sus pensamientos. Era un grupo de adolescentes que corrían detrás del jugador estrella del equipo, un compatriota argentino pero formado en ese club desde chico y que hacía delirar a jovencitas, adultas y maduras e, incluso, a los hombres.
         El fútbol dejó de ser un deporte para convertirse en un show, los jugadores son amados, buscados, perseguidos y acosados, como antes ocurría con las estrellas de rock.
-¿Sabes, Noe? A muchos de ellos, si no fuera por el fútbol, no los miraría ni la madre, ella sonrió con ese comentario.
-¡Eh! No seas envidioso, algunos tienen facha y unos físicos tremendos, aunque no sean lindos. Son los Adonis del Siglo XXI.Compartieron historias de futbolistas y modelos y rieron con complicidad.
         Los primeros clientes comenzaron a entrar y con ellos el trabajo aumentó. Había mucho bullicio, los comentarios y los pronósticos se escuchaban en cada mesa. Entre cortados y carajillos fue transcurriendo la jornada.
         El día fue de lo más interesante, conocieron un sin fin de personajes. A Noelia y a Alí, les gustaba hacer conjeturas acerca de ellos, definían, en pocos minutos, una descripción de quien daría guerra, quién era amable, a quién se podía tutear y a quién no, a quien no le importaba que ellos no hablaran catalán y a quien sí. La cafetería fue un desfile de directivos. Las señoritas que venían sin propósito específico, estaban vestidas para la ocasión, la ocasión de un desfile de modelos o una disco. ¡Cuánta producción!, pensó Noe, me dan vergüenza ajena, porque se nota mucho que vienen de levante.
         Algunas eran periodistas o eso decían y estaban esperando el final del entrenamiento para lograr una charla con los protagonistas.
         De algo estaba segura, en ese lugar pasarían cosas increíbles. Un año distinto le esperaba a Noelia. Lo que ella no sabía es que el año no solo sería distinto por cuestiones de trabajo. Ella encontraría el amor. Su vida estaba a punto de cambiar.

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