Hay algunas obras que se proponen entretener y otras emocionar. En cambio, Magia Blanca, hace las dos cosas… y un poco más también: te deja vibrando en una frecuencia donde el teatro, la poesía y el rock se cruzan con la potencia de la memoria. Hay décadas que se niegan a quedar en el pasado. Los noventa —esa mezcla de vértigo, ironía y espejismos luminosos— es una de ellas.
Este musical estilo jukebox toma las canciones de TURF, banda emblemática de la escena argentina, y las entrelaza con una historia escrita íntegramente en verso. El resultado es una experiencia que desafía la etiqueta del “musical” para transformarse en algo más: una especie de poema eléctrico sobre la identidad, los sueños y la supervivencia en un país siempre al borde del abismo.
Blanca, la protagonista, se busca a sí
misma en un mundo donde la belleza convive con la trampa, la poesía con la
corrupción, el deseo con el desencanto. Su viaje —entre onírico y visceral—
tiene la textura de una época que fue tan colorida como oscura, tan eufórica
como precaria. No es solo el retrato de una generación: es un espejo que
devuelve la pregunta sobre quiénes fuimos cuando el rock sonaba como una
promesa de eternidad.
Detrás de la genial puesta en escena encontramos a Juan Martín Delgado y Nathalie Cabiron, autores de la idea original. Delgado —responsable de la dirección general, la escritura en verso y la coreografía— vuelve a demostrar que es una de las voces más talentosas del teatro musical argentino contemporáneo. Su trabajo en La Desgracia o Gwen ya había mostrado su capacidad para fusionar humor, tragedia y ritmo narrativo, En Magia Blanca no hace más que confirmar esa impronta.
La dirección musical de Francisco Martínez Castro sostiene el corazón sonoro de la obra, con una banda en vivo que reactiva la potencia de los temas de TURF, pero con arreglos nuevos que los vuelven contemporáneos, casi cinematográficos.
El elenco, muy enérgico y talentoso,
completa una puesta donde cada gesto, cada movimiento, cada verso, parecen alentados
por el pulso del rock.
Hay algo de rito colectivo en el
aire: las canciones funcionan como cápsulas de memoria, pero también como una
invitación a cantar lo que todavía nos une.
“Magia Blanca” no es solo un homenaje: es una reconstrucción emocional. El público ríe, se conmueve y se reconoce en una historia que juega con la ironía, pero no se burla; rescata la ternura incluso en los márgenes del desencanto.
Rock, verso
y emoción asegurada. 📍 Todos los martes a las 20:45 horas 📍 en la Sala Pablo Neruda del Paseo La
Plaza, Av. Corrientes 1660, CABA. 🎟️ Las entradas se pueden adquirir en la boletería o por
Plateanet.
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Hasta la próxima.
Soy Karina Almada, tu corresponsal cultural desde El
Mojinete del Rancho para todo el mundo.
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