Viajar no es lo mismo que vacacionar
Hay quienes usan viajar y vacacionar como sinónimos, como si fueran lo mismo, pero yo creo que son dos cosas completamente distintas. Es más, estoy convencida de que no tienen ni siquiera la misma filosofía detrás. Y no es que una sea mejor que la otra, ¡ojo! que no estoy diciendo eso; simplemente son experiencias diferentes, son aquellos momentos de la vida que elegimos vivir.
Viajar es movimiento. Es la aventura de descubrir lo desconocido, de ponerse las zapatillas a primera hora, desayunar algo rápido (no estoy hablando de café con leche con medialunas, eso queda para vacacionar) y salir al mundo con los ojos bien abiertos.
Viajar es caminar hasta que los pies duelan, es perderse por
esas callecitas que no aparecen en el GPS, pero que de repente te llevan a un
rincón mágico que jamás hubieras encontrado en una guía de turismo.
Viajar es sentarte a comer en un lugarcito al paso, ese que parece insignificante pero donde la comida te deja pensando: ¡Cómo me iba perder este lugar!
Es volver de noche a donde te estás quedando, cansada pero llena de historias para anotar en el cuaderno antes de que se escapen (sí, yo anoto todo en un cuaderno).
Porque viajar no es solo recorrer, es también escribir lo vivido, para que algún día, en otro momento, te vuelvas a encontrar con esas emociones.En cambio, vacacionar para mí es otra cosa: Es
tirarse a disfrutar. Es no tener horario porque no hay apuro, no hay un plan.
Te levantás cuando pinta, desayunás lento, arrasás el bufet del hotel con una
bandeja llena de cosas ricas que en casa ni mirás porque “tienen mucho gluten”.
Es matear en la reposera o en la arena, agarrar un churro del
paquete sin siquiera mirar a quién le tocaba el próximo y dedicarte a leer ese
libro que venías postergando.
Vacacionar es levantar la vista solo para darte cuenta de que no te acordás qué hora es pero ni siquiera te importa.
A lo mejor te pegás un
chapuzón rápido para “cumplir” con la pileta o el mar, pero después volvés a la
reposera a seguir con tu lectura, porque estás en modo pausa, sin culpas ni
apuros.
Esperás hasta ver el atardecer, allá bien lejos cuando el sol se rinde ante la llegada de la noche, cuando el cielo se tiñe de fuego y la luz dorada se deploma en el horizonte.
Viajar es moverse; vacacionar es quedarse. Viajar es una aventura y vacacionar es descansar. Y aunque parezcan opuestos, hay algo que los une: en ambas experiencias, si uno se permite vivirlas con ganas, el tiempo se detiene un poco.
Hay momentos en la vida para viajar y hay otros para
vacacionar. No siempre estamos en la misma sintonía. A veces necesitamos
recorrer el mundo y otras, simplemente, dejar
que el mundo venga por nosotros.
Lo importante, creo, es saber qué necesita cada uno en cada
momento. Porque al final, no importa si estamos de viaje o de vacaciones: lo que sí importa es que, de alguna manera, nos estamos regalando tiempo para ser
felices.
PH: Juan Pablo Almada
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Te espero en la próxima nota, soy Karina Almada, tu corresponsal cultural desde El Mojinete del Rancho para todo el mundo.
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