martes, 25 de febrero de 2025

La felicidad en las pequeñas cosas

¿Alguna vez creiste en la felicidad instagrameable? esa foto perfecta de una cena elegante, la playa de arena blanca con los pies apenas hundidos en la orilla, la sonrisa impecable en una selfie o un atardecer que enmarca dos copas de Champagne.

¿Alguna vez pensaste que la felicidad solo se encuentra en los grandes momentos? En esos viajes soñados, en la casa más grande, en el ascenso esperado. 


En mi opinión, la alegría y el éxito no se miden en likes. La vida real transcurre en lo que no se ve, en lo que no se captura a través de una lente fotográfica sino en la retina. Para mí está en lo que no se publica ¿cuántas veces te sentaste a tomar mate con una amiga y se pasaron las horas filosofando?  O quizá compartiste un café en una mañana cualquiera con alguien que necesitaba ser escuchada. Esa risa destartalada que se escapa sin aviso en medio de una conversación. A lo mejor un día descubriste la forma en que la luz de la tarde se filtra por tu ventana y tiñe todo de dorado. A veces, es como si el mundo entero se tomara un respiro.

¿Alguna vez te quedaste esperando lo extraordinario? Como si la felicidad estuviera detrás de un cristal, ahí, algo que ves pero aún no llegó. Hasta que un día, sin aviso, esa percepción cambia.

No sabés bien cuándo ni cómo. Tal vez una tarde, cuando el día bajaba lento y en el aire flotaba ese olorcito a tierra mojada. O quizás en una noche en la que te quedaste en silencio mirando estrellas, adivinando cuál de todas ellas era la Cruz del Sur, quizá  escuchaste el sonido del viento en las hojas, y de pronto entendiste todo.

La vida no es un cúmulo de momentos perfectos. La vida es ese espacio intermedio donde habita lo cotidiano, donde apreciamos el presente porque ahí está la verdadera semilla de la felicidad.

Nos enseñan a buscar lo grandioso, pero la felicidad es más parecida a la brisa que entra en el amanecer: sutil, casi imperceptible. La felicidad es algo que si no le prestás atención pasa delante sin que te dieras cuenta. Está en los detalles. En las largas sobremesas, en el sonido de la pava silbando en la cocina. En ese plato caliente que te esperaba a la noche cuando volvías de la facultad. En el primer mate que te ofrecieron los adultos para compartir con ellos. En una canción.

Esperamos tanto lo extraordinario que a veces se nos olvida que lo esencial ya está pasando.

La felicidad no es una meta a la que se llega, sino una forma de estar en el mundo.

No sé vos, pero yo quiero quedarme más tiempo en esos instantes. A detenerme, aunque sea un segundo más, en todo lo que ahora parece pequeño y un día voy a extrañar.

Porque al final, la felicidad no es otra cosa que eso: una suma de momentos diminutos, que solo se revelan en su verdadera magnitud cuando ya quedaron atrás.

Si llegaste hasta acá, muchas gracias por leerme. Te invito a visitar mi Instagram o también a ingresar a mi Web donde encontrarás mi actividad completa.

Soy Karina Almada, tu corresponsal cultural desde El Mojinete del Rancho para todo el mundo.

Hasta la próxima.




martes, 18 de febrero de 2025

Cuando la rutina apaga la chispa

Hay días en los que el despertador suena y la primera reacción es negociar con el universo: Cinco minutos más, prometo que hoy sí me pongo al día, mejor voy a la tarde. Pero después me doy cuenta que el universo no negocia, así que me levanto, me preparo un café y salgo a cumplir con mis actividades porque sé que  trabajar es necesario, es importante, es digno y además me hace feliz porque trabajo en algo que me representa y me apasiona.

PH: Suzy Hazelwood

La rutina tiene mala prensa pero no siempre es la villana en esta historia. A mí me gusta llevar una rutina por me permite planificar, avanzar, sostener un hábito y estructurar el caos de la vida. Sin embargo, cuando la repetición se vuelve mecánica, algo se rompe. De repente, aquello que alguna vez me motivó empiezo a sentirlo como un peso. Y ahí aparece la gran pregunta: ¿cómo hacer para que el trabajo no sea solo una carga sino una parte valiosa de mi identidad?

El problema no es el trabajo, sino la desconexión.

Creo, que la mayoría de las personas  elegimos la profesión con algún tipo de entusiasmo, había algo que nos atrapaba o al menos teníamos una idea de lo que queríamos lograr con esa decisión.

Al menos a mí, a veces, siento que me sumerjo tanto en la rutina automática que pierdo de vista aquello que tanto me motivaba. Claro que al principio, donde todo es nuevo y emocionante, hay pasión. Luego, esa chispa, se apaga. Surgen las dudas de la elección pero siempre trato de recordar por qué empecé este camino. ¿Qué me enamoró de esto al principio?

PH: Oktay Koseoglu

Cada profesión tiene un motivo que la hace especial. Si sos docente, es la posibilidad de transformar vidas, si escribís, es el poder de contar historias, si cocinás, es la magia de alimentar a otros.

La monotonía es el enemigo del entusiasmo, por eso me gusta aprender algo nuevo cada año. Me encanta desafiarme con nuevos objetivos. A veces, un pequeño cambio de perspectiva me devuelve el brillo en la mirada.

Encontrar el impacto real del trabajo, qué efecto tiene en los otros. Un diseñador no hace “dibujitos en la compu”, comunica ideas. Un médico no solo receta medicamentos, alivia el dolor, un escritor no solo junta palabras, crea mundos. Recordar el impacto de mi trabajo me ayuda a valorarlo de otra manera.

PH: Furkanfdemir

Darme permiso para hacer pausas porque no hay pasión que sobreviva a la fatiga crónica: un día libre, un cambio de ambiente, algo que me haga respirar y volver con la cabeza más liviana.

Siempre me rodeo de personas que aman lo que hacen porque la pasión es contagiosa. Hablo con alguien que disfruta su trabajo para recordar que es posible volver a encontrar el entusiasmo. Escuchar a otros me ayuda a ver mi propio camino con nuevos ojos.

El sentido no se encuentra, se construye.

El trabajo deja de ser una carga cuando logro darle un significado. No siempre estoy inspirada, no todos los días son ni serán perfectos, pero sí puedo elegir mirar más allá de la rutina y recordar que, en el fondo, lo que hago es parte de quien soy.

Y si algún día el despertador vuelve a sonar con ganas de arruinar todo, tal vez lo único que necesito es un buen café, una pausa y hacerme la pregunta correcta: ¿Por qué empecé a hacer esto? La respuesta, puede estar escondida debajo de una montaña de pendientes pero sigue estando ahí. Solo hay que saber buscarla.


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Soy Karina Almada, tu corresponsal cultural desde El Mojinete del Rancho para todo el mundo. 

Hasta la próxima.



martes, 11 de febrero de 2025

¿Viajar o Vacacionar?

Viajar no es lo mismo que vacacionar

Hay quienes usan viajar y vacacionar como sinónimos, como si fueran lo mismo, pero yo creo que son dos cosas completamente distintas. Es más, estoy convencida de que no tienen ni siquiera la misma filosofía detrás. Y no es que una sea mejor que la otra, ¡ojo! que no estoy diciendo eso; simplemente son experiencias diferentes, son aquellos momentos de la vida que elegimos vivir.

PH: Andrei Mike

Viajar es movimiento. Es la aventura de descubrir lo desconocido, de ponerse las zapatillas a primera hora, desayunar algo rápido (no estoy  hablando de café con leche con medialunas, eso queda para vacacionar) y salir al mundo con los ojos bien abiertos.

Viajar es caminar hasta que los pies duelan, es perderse por esas callecitas que no aparecen en el GPS, pero que de repente te llevan a un rincón mágico que jamás hubieras encontrado en una guía de turismo.


PH: Free walking tour Salzburg

Viajar es sentarte a comer en un lugarcito al paso, ese que parece insignificante pero donde la comida te deja pensando: ¡Cómo me iba perder este lugar!

Es volver de noche a donde te estás quedando, cansada pero llena de historias para anotar en el cuaderno antes de que se escapen (sí, yo anoto todo en un cuaderno).

Porque viajar no es solo recorrer, es también escribir lo vivido, para que algún día, en otro momento, te vuelvas a encontrar con esas emociones.

En cambio, vacacionar para mí es otra cosa: Es tirarse a disfrutar. Es no tener horario porque no hay apuro, no hay un plan. Te levantás cuando pinta, desayunás lento, arrasás el bufet del hotel con una bandeja llena de cosas ricas que en casa ni mirás porque “tienen mucho gluten”.


PH: Rowan Heuvel

Es matear en la reposera o en la arena, agarrar un churro del paquete sin siquiera mirar a quién le tocaba el próximo y dedicarte a leer ese libro que venías postergando.

Vacacionar es levantar la vista solo para darte cuenta de que no te acordás qué hora es pero ni siquiera te importa. 

A lo mejor te pegás un chapuzón rápido para “cumplir” con la pileta o el mar, pero después volvés a la reposera a seguir con tu lectura, porque estás en modo pausa, sin culpas ni apuros.

Esperás hasta ver el atardecer, allá bien lejos cuando el sol se rinde ante la llegada de la noche, cuando el cielo se tiñe de fuego  y la luz dorada se deploma en el horizonte.


PH: Juan Pablo Almada

Viajar es moverse; vacacionar es quedarse. Viajar es una aventura y vacacionar es descansar. Y aunque parezcan opuestos, hay algo que los une: en ambas experiencias, si uno se permite vivirlas con ganas, el tiempo se detiene un poco.

Hay momentos en la vida para viajar y hay otros para vacacionar. No siempre estamos en la misma sintonía. A veces necesitamos recorrer el mundo  y otras, simplemente, dejar que el mundo venga por nosotros.

Lo importante, creo, es saber qué necesita cada uno en cada momento. Porque al final, no importa si estamos de viaje o de vacaciones: lo que sí importa es que, de alguna manera, nos estamos regalando tiempo para ser felices.

                                                                      PH: Juan Pablo Almada

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Te espero en la próxima nota, soy Karina Almada, tu corresponsal cultural desde El Mojinete del Rancho para todo el mundo.