Hoy, cuando la Scaloneta salga a la cancha para enfrentar a Chile, no solo veremos a un equipo que busca un lugar en el próximo mundial, sino que también seremos testigos del resultado de años de sacrificio, esfuerzo y disciplina.
Los jugadores que vestirán la camiseta
celeste y blanca recorrieron un largo camino lleno de obstáculos para llegar hasta donde hoy están. Uno que
comenzó mucho antes de que los focos y las cámaras los iluminaran.
Es fácil ver la parte glamorosa del deporte:
los estadios llenos, los aplausos, los títulos ganados, el dinero y los lujos.
Pero detrás de cada triunfo, hay historias de sacrificios silenciosos, de
largas jornadas de entrenamiento, de sueños que parecían inalcanzables.
Los deportistas que hoy admiramos, como los
que integran La Scaloneta, no llegaron a este punto por casualidad. Desde
chicos enfrentaron desafíos inmensos, con un claro objetivo en la mente. Dejaron
atrás cumpleaños familiares, amistades, y muchas veces pusieron su cuerpo y su
mente al límite.
Uno de los nombres que destaca en este grupo
es el de Ángel Di María, Fideo, quien hoy vive una de las despedidas más
emotivas que el fútbol argentino haya visto. Di María, un jugador resistido,
criticado, e incluso insultado por muchos, nunca dejó de intentarlo. Hubo
momentos en los que el peso de las palabras parecía más fuerte que el de la
camiseta que llevaba puesta, pero él nunca se rindió. Siguió luchando, siguió
creyendo. Mientras muchos lo criticaban desde la comodidad de un sillón, él
trabajaba en silencio para dar vuelta su historia.
Hoy, cuando se despide de la selección, lo
hace con la frente en alto y con la felicidad de haber escrito su nombre en la
historia grande del fútbol argentino. Di María no solo nos deja recuerdos
inolvidables en la cancha, sino una lección invaluable: nunca se rindió, nunca
dejó que el rencor o las críticas definieran su camino. En lugar de eso, las
tomó como combustible para seguir adelante, para demostrar que cuando uno cree
en sí mismo y trabaja con dedicación, todo es posible.
A Fideo solo podemos decirle: Gracias por no
abandonar tu sueño, por enseñarnos que el éxito no se mide solo en títulos,
sino en la perseverancia, en levantarse después de cada caída. Gracias por
recordarnos que rendirse nunca es una opción.
La Scaloneta seguirá su camino, pero el legado
de Di María quedará para siempre, como un ejemplo de lo que realmente significa
luchar por lo que se ama.
Soy Karina Almada, corresponsal de la vida, desde El Mojinete del Rancho para todo el mundo.
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Gracias por leerme.
Kary
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