jueves, 12 de septiembre de 2024

¿Ahora la Inteligencia es Artificial?

Durante décadas fuimos testigos de avances tecnológicos, que nos sorprendieron, que resistimos por miedo al cambio y luego entendimos que nos facilitaban la vida.

Cuando apareció la primera computadora, más veloz que cualquier humano, la miramos de reojo pero no hubo temor. Nos asombramos, es verdad, pero supimos que era una herramienta para acelerar nuestros cálculos y no para reemplazarnos. Lo mismo pasó con la llegada de un tractor o una grúa, máquinas más fuertes que cualquiera de nosotros, pero no fue vista como una amenaza de extinción sino como una forma de potenciar nuestro trabajo físico. Pero hoy, con el avance de la inteligencia artificial, la sensación es diferente. Nos encontramos ante una tecnología que no solo es más rápida o más fuerte, sino que parece ser, al menos en apariencia, más inteligente.

Y ahora sí, surgen las dudas, los mitos y los prejuicios ¿Qué hacemos cuando una máquina puede "pensar"? ¿Qué lugar nos queda en un mundo donde la inteligencia artificial puede escribir, analizar e incluso tomar decisiones? ¿Estamos en peligro de perder lo que nos hace humanos?

Es importante que entendamos algo fundamental: la inteligencia artificial no es nuestra enemiga ni vino para reemplazarnos. Su verdadero valor radica en su capacidad para complementarnos, para aliviar las tareas que nos agotan y dejarnos espacio para lo que realmente importa: la creatividad, la empatía, el ingenio, la curiosidad, la capacidad de escuchar al otro (aunque llevamos años sin escucharnos unos a otros), esas cualidades que son tan humanas.

El avance tecnológico siempre trajo controversias, resistencia al cambio, pero en este caso que genera ideas apocalípticas, hay un riesgo que no debemos subestimar: el de olvidar usar nuestra propia inteligencia.

Si dejamos que la IA piense por nosotros en todo momento, corremos el peligro de atrofiar nuestras capacidades. Automatizar lo repetitivo puede ser beneficioso pero no automaticemos lo esencial: nuestra capacidad de reflexión, de aprender, de crear. Es como dejar de usar los músculos; con el tiempo, se atrofian.

En 1950, Isaac Asimov escribió “I, Robot” (“Yo, Robot) un libro que nos lleva a un futuro donde los humanos conviven con robots. En la adaptación cinematográfica, protagonizada por Will Smith, hay un diálogo que resume la tensión de esta convivencia. El detective Spooner, desconfiado del valor de estos humanoides, pregunta si un robot podría crear una obra de arte, a lo que el robot responde: "¿Y usted, detective?". Esa pregunta es la que nos hace ruido: ¿Qué significa ser "humano" en una era donde la tecnología no solo nos acompaña, sino que parece competir con nosotros en el terreno de la inteligencia?


La inteligencia artificial puede ser más rápida y precisa que nosotros en muchos aspectos pero la pregunta no es si una IA puede crear una obra de arte o una sinfonía. La pregunta es: ¿nosotros, los humanos, estamos dispuestos a dejar de hacerlo?

Al final, la clave está en el equilibrio. Incorporar la IA en nuestras vidas puede hacernos más eficientes, pero nunca debe ser a costa de perder lo que nos define como seres humanos: nuestra curiosidad, nuestra capacidad de soñar, nuestro deseo de explorar el mundo, la capacidad de la empatía. la solidaridad. Hay algo que solo nosotros tenemos y es nuestra inteligencia emocional, el alma (no lo digo en el sentido religioso) sino más bien en esa humanidad que le da forma y sentido a lo que hacemos. Nosotros, los humanos, somos capaces de imaginar y de amar.

¿La inteligencia artificial es más inteligente que nosotros? Tal vez. Pero la verdadera pregunta es: ¿y nosotros, seguiremos siendo lo suficientemente inteligentes como para no olvidar lo que nos hace humanos?

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Soy Karina Almada, corresponsal cultural, desde El Mojinete del Rancho para todo el mundo.


jueves, 5 de septiembre de 2024

El Camino de la Scaloneta y el Legado de Di María: Un Ejemplo de Perseverancia

Hoy, cuando la Scaloneta salga a la cancha para enfrentar a Chile, no solo veremos a un equipo que busca un lugar en el próximo mundial, sino que también seremos testigos del resultado de años de sacrificio, esfuerzo y disciplina.

Los jugadores que vestirán la camiseta celeste y blanca recorrieron un largo camino lleno de obstáculos para llegar hasta donde hoy están. Uno que comenzó mucho antes de que los focos y las cámaras los iluminaran.


Es fácil ver la parte glamorosa del deporte: los estadios llenos, los aplausos, los títulos ganados, el dinero y los lujos. Pero detrás de cada triunfo, hay historias de sacrificios silenciosos, de largas jornadas de entrenamiento, de sueños que parecían inalcanzables.

Los deportistas que hoy admiramos, como los que integran La Scaloneta, no llegaron a este punto por casualidad. Desde chicos enfrentaron desafíos inmensos, con un claro objetivo en la mente. Dejaron atrás cumpleaños familiares, amistades, y muchas veces pusieron su cuerpo y su mente al límite.


Uno de los nombres que destaca en este grupo es el de Ángel Di María, Fideo, quien hoy vive una de las despedidas más emotivas que el fútbol argentino haya visto. Di María, un jugador resistido, criticado, e incluso insultado por muchos, nunca dejó de intentarlo. Hubo momentos en los que el peso de las palabras parecía más fuerte que el de la camiseta que llevaba puesta, pero él nunca se rindió. Siguió luchando, siguió creyendo. Mientras muchos lo criticaban desde la comodidad de un sillón, él trabajaba en silencio para dar vuelta su historia.

Hoy, cuando se despide de la selección, lo hace con la frente en alto y con la felicidad de haber escrito su nombre en la historia grande del fútbol argentino. Di María no solo nos deja recuerdos inolvidables en la cancha, sino una lección invaluable: nunca se rindió, nunca dejó que el rencor o las críticas definieran su camino. En lugar de eso, las tomó como combustible para seguir adelante, para demostrar que cuando uno cree en sí mismo y trabaja con dedicación, todo es posible.


A Fideo solo podemos decirle: Gracias por no abandonar tu sueño, por enseñarnos que el éxito no se mide solo en títulos, sino en la perseverancia, en levantarse después de cada caída. Gracias por recordarnos que rendirse nunca es una opción.

La Scaloneta seguirá su camino, pero el legado de Di María quedará para siempre, como un ejemplo de lo que realmente significa luchar por lo que se ama.

Soy Karina Almada, corresponsal de la vida, desde El Mojinete del Rancho para todo el mundo.

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Kary




miércoles, 4 de septiembre de 2024

¿Tenés manejo de Fax?

Hoy, en el Día de la Secretaria, me acordé sobre cómo mi primera profesión marcó el inicio de mi camino hacia donde hoy estoy. Tipeando estas líneas como escritora y comunicadora recuerdo cuando tenía veinte años, como muchas personas de mi generación, creía que los sueños debían esperar mientras nos aferrábamos a lo seguro. Así fue como, a pesar de querer convertirme en escritora, opté por elegir el camino de recibirme de Secretaria Ejecutiva, una carrera que prometía estabilidad.


A los 18 años, recién salida del colegio, mi primera entrevista de trabajo me confrontó con una pregunta que parecía definir mi futuro:
¿Tiene manejo de fax? Aquella simple pregunta resonó más allá de la tecnología de entonces; fue un aviso de cómo el mundo laboral esperaba habilidades específicas siendo tan joven y cómo las ambiciones personales podían quedar en segundo plano.

Hoy, mientras miro para atrás, sé que mi tiempo como secretaria fue mucho más que un trabajo temporal. Fue una escuela de disciplina y organización, una maestra que me enseñó a enfrentar desafíos con determinación y a encontrar belleza en la meticulosidad de los detalles.


Cada día frente a la pantalla de la computadora, como escritora y periodista, utilizo las lecciones que aprendí en aquella época. La meticulosidad en la investigación, la disciplina en los plazos, y la organización en la estructura de mis artículos y novelas son todas habilidades que pulí durante años en esa primera carrera.

Ser secretaria fue solo el comienzo de mi viaje hacia la realización de mis sueños literarios. Luego llegó la hora de ingresar a la facultad y estudiar Relaciones Públicas y mucho tiempo después de aquellos años me encontré con la literatura y el periodismo. Ahora, puedo decir con orgullo que mis palabras son mi herramienta para crear historias, para inspirar, informar y conectar con vos, que sos quien me lees.



En este Día de la Secretaria, celebro no solo a quienes ejercen esta noble profesión, sino también a lo que ella significó para mí: un primer paso valioso en mi camino hacia la escritura y el periodismo. Como una metáfora de la vida misma, cada papel que tomamos, cada pregunta que hacemos, moldea el tejido de nuestro destino.

Hoy, honro a la secretaria que fui, mientras abrazo con gratitud la escritora que soy. Porque ambos roles, en su esencia, comparten el deseo de comunicar, de organizar ideas y de dejar una marca en el mundo.

Que este día sea un recordatorio para todos nosotros de que cada experiencia, por humilde que parezca, puede ser el trampolín hacia nuestros sueños más grandes. Y que cada pregunta sobre el “manejo del fax” puede ser el inicio de un camino lleno de posibilidades.


Soy Karina Almada, escritora y periodista desde El Mojinete del Rancho para todo el mundo.

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Hasta la próxima.

Karina Almada.